Aunque sujeto a posibles modificaciones futuras, mi Top Ten de los libros es:
- Cien Años de Soledad. Gabriel García Marquez. La leí con doce años y me maravilló. Aunque al principio me costaba entender algunas expresiones y palabras, pronto sucumbí a la fuerza de sus personajes y a las historias cotidianas y fantásticas de aquella familia, cuyas vidas se van entrelazando en continuos saltos hacia adelante y hacia atrás en el tiempo.
- El Fin del Mundo y un Despiadado País de las Maravillas. Haruki Murakami. Una obra elegante y fascinante. Imposible de describir con palabras. Al menos, no con palabras occidentales. Ha sido la culpable de mi iniciación en la literatura japonesa, aunque aún no he encontrado ninguna otra que le haga sombra.
- El Mundo según Garp. John Irving. La leí creo siendo adolescente. Una historia cruda y realista, fantástica a la vez que cotidiana, intensa y a la vez tierna.
- El Principito. Original, tierno, con carga filosófica, ilustraciones y un personaje (que ilustra mi perfil) y que ha conseguido sobrevivir por sí sólo a la novela que lo creó. Lo leí de pequeña pero lo entendí siendo adulta, en posteriores lecturas.
- De Amor y de Sombra. Isabel Allende. La leí hace muchos años. Apenas tengo un vago recuerdo de ella y de la historia que contaba. Pero recuerdo vivamente las sensaciones que me transmitía. Era una historia de amor. Seguramente, la más bonita que he leído nunca. Quizás influyó el hecho de que por aquel entonces yo también vivía mi primer enamoramiento, al compás de sus páginas.
- La Noche Boca Arriba. Julio Cortázar. He escogido ese relato porque creo que fue el primero que leí y unos de los que más me impactó. Pero podía haber cogido cualquier otro. Cortázar creó un estilo propio. Gustaba de liar y sorprender al lector, como quien en vez de escribir un libro diseña un complejo rompecabezas.
- La Vieja Sirena. Jose Luís Sampedro. Es el mayor canto a la vida que he leído nunca. A través de una sirena que renuncia a su inmortalidad para poder sentir la vida desde la intensidad de la mortalidad, descubrimos el amor y cómo la vida, en cualquiera de sus manifestaciones, se abre paso a través de los caminos más insospechados, incluso en la frontera.
- Los Pilares de la Tierra. Ken Follett. No recuerdo si mi afición por las catedrales derivó de la lectura de este libro o viceversa. Lo que tengo claro es que desde entonces cada vez que veo una catedral mi mente viaja hacia la época en la que debió construirse, a las vidas imaginarias de tantas personas que hubieron de participar en su construcción, los maestros constructores que dirigían las obras, los religiosos que hablaban de Dios tras sus muros y la del resto de los habitantes de la ciudad, cuya existencia y prosperidad, probablemente, al igual que la de los personajes que pueblan la novela, estaba ligada a la de la propia catedral.
- Sin Noticas de Gurb. Eduardo Mendoza. De contenido y de estilo hilarante, fue el primer libro que me arrancó carcajadas abiertas con su lectura.
- Todos los Nombres. José Saramago. Partiendo de la rutina y la insustancialidad más absoluta, Saramago te lleva, siguiendo los pasos de su protagonista, a una historia cargada de significado y de emoción.
Bonus Track:
- Trilogía de la Fundación (Fundación, Fundación e Imperio y Segunda Fundación). Isaac Asimov. Fue el autor que me acompañó durante los veranos de mi niñez. Leyéndolo descubrí la ciencia ficción, uno de mis géneros favoritos. Aparte de su lectura, de ritmo trepidante, quizás lo que más me gusta de él es su capacidad de recrear a partir de la nada no sólo un personaje, una novela, sino toda una cultura, ubicada en algún punto del futuro, contexto universal de la mayoría de sus obras. Esta cualidad alcanza su culmen cuando, con el paso del tiempo, nuestra realidad cada vez se parece menos a la que él vivió mientras escribía sus libros y relatos, y se parece más a lo que describía en sus páginas.